Sevilla FC Dos semanas acompañando al Sevilla por Alemania
Danke schön!
Pese a abandonar Alemania en la jornada de ayer y haber podido dormir por primera vez en 15 días lo que recomiendan los expertos en la materia, todavía no he aterrizado.
La cabeza se ha quedado en el país centroeuropeo. Han sido muchas vivencias. Una experiencia personal que a cualquiera le hubiese marcado.
La Europa League del Covid-19 nos ha permitido a un puñado de privilegiados vivir una fase final, como si se tratase de un Mundial o una Eurocopa, como el que mira por una mirilla de tapadillo. Como si no estuviésemos invitados a esa fiesta del fútbol pandémico, sin nadie en las gradas y una pequeña delegación de periodistas pegados a la acción.
Tan cerca de entrenador y jugadores que Lopetegui nos podía haber llamado a calentar a los queridos
Ismael Medina, José Antonio Espina (Kartoffeln!) o servidor. Menos mal que no lo hizo (hablo en primera persona). Un privilegio y una responsabilidad gigante la que teníamos entre manos. Contar al que lo ve por televisión lo que realmente no puede observar y menos sentir. Apreciar esas emociones humanas, esa tensión del que compite. Ese llanto de frustración por una sustitución obligada (Ocampos) o el de alegría de toda la expedición con el título final. Incluso esa cierta complicidad con aquel que juzgas, para bien o para mal.
Y todo con la seguridad de estos tiempos que nos toca vivir.
Acreditaciones que no se activaban tras realizar la dichosa EPA. Llevar mascarilla (no obligatorias en Alemania) durante cinco o seis horas seguidas pese a que el compañero que esté más cerca se sitúe a dos metros y haya una mampara más resistente que la de la ducha como separación.
Toda precaución es poca. Pero molesta enterarse de que hay unas sujeciones para enganchar la mascarilla por el cuello y no por las orejas cuando aterrizas en Sevilla. No he perdido una de milagro.
Pese a esa distancia, sobre todo en todo lo relacionado al equipo de fútbol y sus trabajadores, a los que nadie se podía acercar,
el trabajo ha salido perfectamente adelante. Y aquí entramos en esa
fase de agradecimientos.
Danke schön! Primero
al Sevilla y especialmente a su departamento de comunicación. Por sus facilidades y ayuda a la hora de informar a los lectores de nuestros medios.
Numerosas entrevistas con los protagonistas. Incluso si estaban tocados y eran duda para la final, como el caso de Ocampos. Puertas abiertas. Que el aficionado quiere saber. Y siempre ponderando que el periodista no es el enemigo.
Danke schön a mi medio, MARCA, por permitirme vivir otra experiencia profesional y la ayuda de los compañeros de Sevilla y Madrid. En cinco años creo que ya he viajado a seis finales, aunque ninguna como ésta.
Y Danke schön a los compañeros de aventuras. No se cómo será por otras ciudades, por aquello de la rivalidad y el ser el primero en dar la noticia. No tengo amigos periodistas, tengo hermanos que comparten esta pasión (porfesión). Y eso es oro.
Esos desayunos de hora y pico analizando lo que estaba haciendo el Sevilla y cómo organizar la jornada de trabajo; ese
running con mi liebre Medina, que me ha dejado la rodilla más tocada que Ocampos;
esa imperdible jornada de Champions que se jugaba al calor de una Weißbier junto los compañeros (y ya amigos) de Movistar; o ver cada partido con el vuelo del día siguiente en favoritos para darle a comprar con el pitido final, con la maleta preparada para salir pitando.
Momentos que quedan encuadrados dentro del éxito cosechado por el Sevilla, indudablemente, pero que había que compartir para que el lector que ha seguido atentamente lo que ha hecho el equipo andaluz estas semanas por Alemania.
Nosotros nos asomábamos por una mirilla al fútbol y ellos ahora a cómo ha sido nuestro trabajo y experiencia.
Y terminar con una nota menos amable, ya que si justo es felicitar lo que se consigue o lo que se hace bien, también lo es penalizar
las estupideces. Como la del
presidente de la Federación de Peñas del Sevilla y su bufanda insultando al Betis y sus aficionados. Y si encima utiliza una excusa peregrina, más coraje da. No empaña lo más mínimo al histórico triunfo del Sevilla, como si a 30 descerebrados le hubiese dado por celebrar el triunfo sin mascarillas y armando jaleo en la vía pública. No señalaría a una afición o ciudadanía, pero no dejaría de molestar. Esto igual. Es al único que no le agradeceré nada en este artículo y mi opinión creo que ha quedado clara (esperando incluso alguna acción por parte del propio club). Que para eso lo escribe el que arriba firma y es el más personal que he hecho nunca. Ya sí que he aterrizado. Y esto no ha terminado. Ni comenzado.
Tocan los fichajes. Es un círculo vicioso del que no queremos salir. Toast! (¡Salud!)