Gracias por las disculpas, entiendo que te haya pasado ya que yo también me he podido liar más de una vez con lo que dice un forero y otro, y se agradece poder tener un debate así.
Ningún indulto puede ser igual a lo que se propone ahora, que no son indultos sino una amnistía. Sobre las motivaciones o idoneidad de unos indultos se puede discutir, pero nunca se puede debatir si es constitucional o no ya que lo es y la propia CE detalla los límites de la misma, entre los cuales está que un gobierno no puede autoindultarse a sí mismo, precisamente porque el poder ejecutivo no puede pasar por encima del poder judicial.
Un indulto supone el perdón de una pena o parte de ella a alguien que ya ha sido juzgado y condenado, manteniendo los antecedentes, la reincidencia del que vuelva a cometer aquel delito por el que ha sido indultado, y generalmente concediéndose si el indultado se muestra arrepentido de los hechos por los que pide el indulto (cosa que en el caso del procés no sucedió, y de ahí el debate, pero es un debate sobre lo que es moral o no, no sobre si se puede hacer, que obviamente se puede y se hizo).
Una amnistía supone que el poder ejecutivo/legislativo pasa por encima del poder judicial y hace desaparecer un delito, haya sido juzgado o no, de forma arbitraria. No es un legislador que hace desaparecer un tipo del Código Penal porque el delito no corresponde (lo cual puede ser moralmente discutible pero es jurídicamente irreprochable ya que se aplica a todos por igual), es un legislador que dice que si has cometido cierto delito en Cataluña y te apellidas Puigdemont quedas libre, pero si has cometido exactamente el mismo delito en Murcia y te apellidas Pérez, entonces no.
Una amnistía no debe caber en democracia y por eso está prohibida por la Constitución (y sí, ahora hay juristas que dicen que es algo discutible, pero es algo que durante 40 años ha estado clarísimo y nadie ha empezado a discutir hasta que el PSOE no ha dado luz verde a ello), porque es la losa definitiva de la ya débil separación de poderes, sobre la cual Sánchez puso su punto de mira desde el primer día (también después de haber defendido exactamente lo contrario antes de ser presidente).
Y, sí, está claro que la separación de poderes no es perfecta, pero en los últimos años el camino a una dictadura se va allanando sin problemas llenando instituciones que deberían ser neutral no de gente ideológicamente cercana a la postura del presidente, sino de gente que hace lo que dicte el presidente. Y así es como muere la democracia, con un estruendoso aplauso.