Me encanta, el rastro de destrucción y traumas que estamos dejando a lo largo de estos años es digno del avance del ejército rojo hasta Berlín.Y estoy aprendiendo lo profundamente gilipollas que puede ser un romano. Del norte de Italia ya lo tenía claro, lo que no sabía es que llegando al Tíber también.
Con razón nuestra provincia era la preferida, aquello no lo aguantaba ni Rafaela Carrá, que era de allí y andaba siempre por aquí.
Polacos, de la roma, del Inter, del Liverpool, de Manchester, benfica todos esos los hemos traumatizado de por vida. Es verdad que son muy pesados pero lo peor de todo es que esta ristra de gilipollas no se da cuenta que nosotros somos una afición de majaras, pero de la peor calaña de Europa y eso casi hace más daño que dejarle el orto como la bandera imperial del Japón.