El Valladolid nos tiene cogida la medida. Hace lo mismo que los demás equipos que juegan contra nosotros (encerrarse, presionar nuestra salida de balón...), pero lo hacen mejor. Y además siempre encuentra algún golito aislado.
Nosotros estábamos haciendo el partido de siempre (dominar el balón esperando pegar el zarpazo) hasta que nos llegó esa tremenda pájara de los últimos 15 minutos del primer tiempo. Estas pájaras no son muy habituales pero a veces las tenemos. En ocasiones pasan sin encajar ningun gol, y en ocasiones, como hoy, te acaban colando alguno. En la segunda parte el Valladolid ya puso el autobús de toda la vida y trató de que no se jugara nada. El gol de Bono hace justicia porque quizás no merecimos ganar, pero tampoco perder.
Una pena que no podamos poner el equipo de gala con tantos tocados, lesionados y fundidos. Por primera vez me alegro de que venga un parón por selecciones. Deben llevar a los jugadores a un spá y dejarlos allí los 15 días a base de masajes y meditaciones.
Mención especial al arbitraje. No puede ser que decrete esos descuentos(en ambas partes) cuando todo el mundo ha visto el tiempo que se ha perdido. Pita un minipenalty (con el reglamento en la mano lo es) pero ni va a revisar el de Diego Carlos que es más claro. Hay otro penalty (la mano que provoca Ocampos) que tampoco va a revisar y curiosamente la realización sólo ofrece 2 planos de la jugada, cuando normalmente ponen 5 o 6 planos. Mucho ojo a los arbitrajes al Sevilla esta temporada y sus extraños criterios en las áreas.