De aquella imagen han pasado más de cuatro años, pero en tres estuvo lesionado. La enumeración de sus problemas físicos agobia a cualquiera que lo lea: "Llegué, empecé jugando y tuve una lesión en el tobillo de la que me tuve que operar. Estuve ocho meses de baja y cuando estaba a punto de volver al césped, tuve una recaída y me volví a operar: otros ocho o nueve meses. Después volví, estuve en varios partidos, todo bien y al poco tiempo me lesioné el menisco externo de la rodilla derecha… y casi once meses lesionado", recuerda, lesión a lesión, un Mateo Mejía que ya ha dejado atrás las pesadillas que le acompañaron tanto tiempo.
"Me dijeron que la lesión de tobillo no era muy común; era un tendón, como una bolita, que se movía en el hueso del tobillo. Cada vez que corría hacía 'clac clac'. Eso era un dolor inmenso", describe el jugador de los diablos rojos.