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[24] Alejandro "EL PAPU" Gómez.

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Si es cierto lo que cuenta Alberto Fdez, saco otra lectura más allá de la falta de profesionalidad de ciertos jugadores, y es la perdida de confianza del club hacia el entrenador. Toca un nuevo proyecto con gastos importantes cómo para dárselos a un entrenador sin mando. Todo se sabrá la próxima semana, pero desde luego el domingo puede ser el último partido de Sampaoli en el Sevilla.
 

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Si es cierto lo que cuenta Alberto Fdez, saco otra lectura más allá de la falta de profesionalidad de ciertos jugadores, y es la perdida de confianza del club hacia el entrenador. Toca un nuevo proyecto con gastos importantes cómo para dárselos a un entrenador sin mando. Todo se sabrá la próxima semana, pero desde luego el domingo puede ser el último partido de Sampaoli en el Sevilla.
Claro, porque el club cuando trae a Sampaoli no sabe que este es así, ni tiene constancia que a Nasri, Nzonzi y a cualquiera les consentía todo lo consentible en su etapa anterior.
 

Randall Flagg

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Este tío está fuerísima ya.

Para hacer las declaraciones sobre la selección, sobre la entrada del derbi o pirarse anoche así, debe tenerlo hechísimo con otro equipo.

Lo mismo nos estamos cabreando gratuitamente cuando deberíamos estar celebrando el poder quitarnos este marrón de encima.
 
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A los que dudan, que dejen su sitio a otro. A los cobardes, ni agua. A los desagradecidos, que cierren la puerta al salir. Sin despedirse. Sin honores ni honor. Como ese que coge el coche para abandonar un partido en el que sus compañeros están dando la cara (ya partida) por el escudo del Sevilla. Con dos menos y una sensación de impotencia extrañamente habitual este año. Siempre son los mismos los que se dejan el alma y los que se la llevan puesta. Están localizados. Nada de que están en un momento clave en sus vidas. La cabeza de algunos mal llamados profesionales del Sevilla lleva en Qatar desde hace meses. Jugadores con los mejores contratos, renovaciones recientes y otros que han firmado la beca Erasmus más rentable de sus vidas. Nadie del club saldrá para darles la patada. Se tiene en el fútbol la extraña paciencia de comprender lo incomprensible. De tolerar lo intolerable. Y de esconder la mierda debajo de la alfombra. Lo desagradable en Nervión es que, con este calor aún en noviembre, el olor nauseabundo de esa porquería escondida por proteger al vestuario está convirtiendo el ambiente en irrespirable. Ciertos clanes anteriormente denunciados han recuperado cuota de poder, con la connivencia de un entrenador cuya colonización mental se basa más en la cercanía o amistad con el jugador que en la propia superioridad de su rango. Vista la actitud de ciertos futbolistas, a Monchi le han abierto claramente la puerta para que su revolución comience quitando las caretas del que no vaya a ayudar al equipo a salir del agujero. O voy más allá. Puede que colabore una vez pase el Mundial. Ya es tarde. Han colaborado a cavarlo en estas 14 jornadas de absoluto espanto. Unos por querer llegar al 100% al Mundial; otros por una desidia acompañada del seguro billete hacia Qatar; para terminar con quien debía operarse en verano o a inicios de temporada y ha preferido perjudicar los intereses de su empresa para ver recompensada su carrera defendiendo los colores de su país. Me puedo poner en todas las cabezas y comprender todas las posturas. Todas menos una. No cumplir con quien te paga, te cuida e incluso te quiere. Darle la espalda a todos esos que anoche se acostaron con el miedo en el cuerpo. Porque este Sevilla está cumpliendo el decálogo de los equipos grandes que se asoman al abismo, para terminar cayendo de bruces en él.


Quedarte con dos menos a la media hora, en tu estadio (donde aún no has ganado en Liga) y contra uno de esos rivales con los que debías de estar peleando por las posiciones europeas. Casi que da igual el adversario. Este Sevilla se ha mostrado impotente ante todo tipo de contrarios. Juega a lo mismo. Es un conjunto inocuo. Ataca mal y defiende peor. No se sabe exactamente qué quiere hacer en los partidos. Una especie de control descafeinado, donde ocurran pocas cosas. Y las que terminan sucediendo, siempre van en su contra. Sampaoli vino para cambiar todo y no ha movido un varal. El Sevilla es igual de predecible, inofensivo y timorato de hace dos meses. Ya sabemos que el principal problema no estaba en el banquillo. El club gastó esa carta cuando lo creyó necesario. Optó por la de Sampaoli. Un entrenador mucho más europizado que en su primera etapa, pero con esos tics del pasado. No se quiere salir de su manual de darle la responsabilidad al jugador de talento. Y cuando sólo te define esa palabra, los adversarios te superan simplemente con las otros virtudes que debe tener un equipo de fútbol corrientito, no digo ya ni bueno: velocidad, fuerza, agresividad... Al menos se ha recuperado algo de orgullo, como demostró el Sevilla con nueve ante la Real. Jugadores que se dejaron el alma. A Telles (que encima es cedido), Gudelj o Bono les importa el Mundial lo mismo o más que al resto de sus agraciados compañeros mundialistas (alguno no ha demostrado tener nivel ni para un torneo del IMD). A ver si ahora sólo a los argentinos les duele su camiseta nacional con el desgastado cuento de la manita floja cantando. Ahora no toca ni esconder la suciedad ni airearla. De todos es conocida la lamentable planificación del verano. El Sevilla está en riesgo absoluto de descenso. Es el turno de que el club tome las riendas. Comenzando por Monchi y apoyado en todo momento por el vicepresidente, a todas luces quien está al mando. Menos abrazos y palmaditas a la plantilla y más recordarles que representan al Sevilla. Que tienen salarios que sólo pueden pagar cuatro equipos en España. Y que la puerta está abierta para quien no quiera continuar. Y seguirá abierta para quien entienda la Dirección Deportiva que debe salir en enero. Del modo que sea. Con el estatus que tenga. Sea capitán o el último mono. Se acabaron las amistades cómplices. El Sevilla necesita jugadores que lo saquen del agujero. No los que más sientan el escudo, sino los más capaces, comenzando por las cinco o seis incorporaciones que acometerá el club en el próximo mercado.

Una limpieza, reconstrucción o nuevo proyecto que le toca comandar al director deportivo, el personaje de la semana. Si alguna vez ha necesitado el Sevilla del mejor Monchi, está claro que es ahora. No valen los currículum, los éxitos o las copas cuando te estás hundiendo. Hay que dejar incluso que los objetos de peso y valor de vayan al fondo del océano para tratar de salvar la vida. Necesitaba el Monchi persona dos alicientes para levantar su alicaído ánimo. Primero, reconciliarse con su gente, después de reconocer sus errores groseros en verano como principal responsable de la confección de la plantilla. Todo eso sucedió con el derbi como escenario propicio. Lo segundo, que desde el club se le mostrase el cariño, el respeto y el respaldo que su persona, ya no hablo de su figura, merece. Nunca la ha pedido, aunque tampoco creía que debiese hacerlo. Pese a que todo se hace un poco más tarde de lo recomendado, por ese miedo a salirse de los raíles de la compostura, y del sentido de club como si fuese sentido de Estado. Porque una entidad que se deja pisotear o pone siempre la otra mejilla, con la cara roja como un tomate (entre los golpes y la vergüenza pasada), va perdiendo el relato y la auténtica realidad de las circunstancias ante todos los presentes. Desde su propio seguidor, hasta quien te desea lo peor. Ganarse enemigos en la vida es parte del camino de la misma. Sentir rechazo a veces puede incluso unir. Mientras Monchi conserve la piedra filosofal del Sevilla, ni un paso atrás en su defensa; ni un paso atrás en apoyar sus convicciones; ni un paso atrás al sostener el pedestal que tratan de destruirle. Desde fuera y desde dentro, con ciertas desconfianzas internas que escandalizarían al aficionado menos racional. Alguien dijo una vez que el Sevilla sería lo que Monchi quisiera. No exactamente. La mochila de su responsabilidad debe ser compartida. Soportada por todos. Desde un vestuario acomodado, a un club igualmente acomodado en años de autocomplacencia. El Sevilla está en problemas. No es el momento de buscar culpables. Sólo arrancar las malas hierbas. Y sí es el momento de encontrar soluciones. Queda tiempo. ¿Quién me ayuda a salir de este agujero?
 

George Best

Florero
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Lo comenté yo ayer precisamente, ni el DD ni el entrenador deben ser amigos de los futbolistas, ni el DD del entrenador porque después pasan estas cosas. Yo si soy jefe no puedo ser amigo de un empleado mío porque si tengo que tomar una decisión contundente hacia él por su incompetencia u holgazanería, en que situación me quedaría? Como ya dije ayer citando a Luis Aragonés con sus futbolistas: "a mi me tratáis de usted"
 

RoZMaN

Florero
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Este tío está fuerísima ya.

Para hacer las declaraciones sobre la selección, sobre la entrada del derbi o pirarse anoche así, debe tenerlo hechísimo con otro equipo.

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Yo creo que es al revés.

Se sabe tan blindado por no tener mercado que hace lo que le da la gana. Si el club se harta igual le da la carta de libertad y si no, pues a seguir cobrando trabajando como si fuese un liberado sindical. Ya intentó hace un año que le liberasemos para poder irse a la MLS porque no está agusto aquí y la directiva no cedió, que de ahí fue donde vinieron tantos desmentidos en sus redes sociales diciendo que él y su familia estaban encantados, que si los rumores no tenían fundamento blablablublú. Me queda la duda de si esa verborrea (decir que en el pre-mundial iba a estar desconcentrado, la roja a Fekir) la tiene porque es tonto, por putear o porque tiene tan poco arraigo que se la pela las consecuencias que puedan tener sus palabras.

El fichajito ha sido de los más tóxicos que se recuerdan desde la época de los uruguayos.
 

Sede

Florero
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Y no hay nadie del vestuario que pueda pillar a este tio por el pescuezo? Yo confio en algun serbio (comprometidos los dos 100%).
 

Zmork

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Si es cierto lo que cuenta Alberto Fdez, saco otra lectura más allá de la falta de profesionalidad de ciertos jugadores, y es la perdida de confianza del club hacia el entrenador. Toca un nuevo proyecto con gastos importantes cómo para dárselos a un entrenador sin mando. Todo se sabrá la próxima semana, pero desde luego el domingo puede ser el último partido de rata de la pampa en el Sevilla.

Ome es que al entrenador lo traen para contentar y callar a parte de la afición y por ser de los que antepone el dinero al proyecto deportivo que se le ofrece, no por convencimiento.
 
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