Lo que he contado es lo que se puede contar. No todo se puede contar. Han convertido en delito derechos básicos, pero hay quien no lo entendería.Para llegar a las 1000 páginas podrías contar algunas anécdotas que no hayas contado.
Todo hay que decirlo, muchas de las medidas que tomé/tomábamos eran brindis al sol para tranquilizar nuestras consciencias.
Como ir a un cumpleaños con veinte pesonas en un restaurante, que reservamos solo para nosotros, en la altura en la que había límite de comensales por mesa.
El cumpleañero dividió a los invitados en mesas de cuatro (obviamente me senté con personas con las que no convivo a diario), y una vez sentados nos quitamos la mascarilla y compartimos raciones de calamares, embutidos, puntas de solomillo y tortilla papas. Para los postres y el café ya la gente fue mudándose de mesa y se formó como un círculo a lo largo del salón. Podríamos haber jugado a la botella y comernos la boca para tentar al virus un poquito más.
Después de la cena algunos compartieron stories diciendo "qué bien organizado, qué medidas más eficaces para juntarnos con seguridad".