Acabo de montarme en el avión para volver a casa y solo puedo decir una cosa de Nápoles: me ha encantado. Una pasada. He visto mil cosas fascinantes.
Primer día: Pompeya.
Segundo día: partido del Nápoles en casa
Tercer día: tour del barrio español y Maradona.
Cuarto día: tour por el centro de Nápoles.
Y todo esto comiendo pizza de calidad a precios ridículos y hartándome de aperol spritz.
Es cierto que las fachadas de los edificios se caen a pedazos, pero es algo bastante característico de otras zonas del sur de Italia (Lecce, Bari, etc), de los Balcanes y hasta Centroeuropa (Budapest). El centro histórico es grande, lleno de vida, y muy rústico. Es precioso.
También es cierto que el tráfico es bastante particular y que conducen como cabras, pero vamos, tampoco es algo como para ponerle la cruz a la ciudad.
En general la gente es simpática y agradece que les compres cosas o consumas sus productos.
No le pongo ni un pero al viaje.
Me lo he pasado como un enano.