Una cosa es no casarse con ningún partido y otra cosa es no identificarse con ninguna ideología política. Lo primero, para bien o para mal, es razonable. Para bien en el sentido de que es positivo no tomarse la política como el fútbol y ser capaz de cambiar al voto en función de los candidatos y sus propuestas, no de las siglas y logos. Para mal porque (y esto es algo que me pasa a mí) el nivel es tan bajo que es que uno siente que no hay ningún partido que no suponga una renuncia a cosas elementales, y vas saltando de un mal menor a otro.
Pero lo de no ser "ni de izquierdas ni de derechas" me parece una quimera. Al final, si nos ponemos a analizar nuestras ideas políticas más elementales es imposible que no tendamos a un lado o al otro. Y no lo digo por proselitismo ni por querer el mundo blanco o negro: es que o uno tiende a ciertos ideales económicos y sociales o no lo hace, pero quedarte en el medio es la inacción, el "pos no sé". Por supuesto, todo es matizable: uno puede ser de derechas pero no estar de acuerdo con la mayoría de gente de derechas en x puntos (anda que no habrá gente de derechas atea, o pro-aborto, o más o menos intervencionista en la economía). Quizá esto se vea más en la izquierda, que vive en una guerra civil constante (feminismo vs feminismo radical, terfs vs derechos trans, ecologistas vs animalistas...). La clave del asunto es no darle mayor importancia a esto de la que tiene realmente; yo puedo estar puntualmente de acuerdo en un tema con gente que en un 90% de las veces se encuentran en las antípodas de mis ideas. O renunciar a la materialización de ciertos ideales por entender que en un contexto económico y político X no son viables, o que son menos óptimos que otras posturas.
Vaya, que es contraproducente convertir todo en un debate izquierda vs derecha porque se pierden esos matices que todos tenemos, pero también es muy ingenuo pensar que uno puede no tender hacia un lado u otro de un espectro político de dos sentidos.
Pero lo de no ser "ni de izquierdas ni de derechas" me parece una quimera. Al final, si nos ponemos a analizar nuestras ideas políticas más elementales es imposible que no tendamos a un lado o al otro. Y no lo digo por proselitismo ni por querer el mundo blanco o negro: es que o uno tiende a ciertos ideales económicos y sociales o no lo hace, pero quedarte en el medio es la inacción, el "pos no sé". Por supuesto, todo es matizable: uno puede ser de derechas pero no estar de acuerdo con la mayoría de gente de derechas en x puntos (anda que no habrá gente de derechas atea, o pro-aborto, o más o menos intervencionista en la economía). Quizá esto se vea más en la izquierda, que vive en una guerra civil constante (feminismo vs feminismo radical, terfs vs derechos trans, ecologistas vs animalistas...). La clave del asunto es no darle mayor importancia a esto de la que tiene realmente; yo puedo estar puntualmente de acuerdo en un tema con gente que en un 90% de las veces se encuentran en las antípodas de mis ideas. O renunciar a la materialización de ciertos ideales por entender que en un contexto económico y político X no son viables, o que son menos óptimos que otras posturas.
Vaya, que es contraproducente convertir todo en un debate izquierda vs derecha porque se pierden esos matices que todos tenemos, pero también es muy ingenuo pensar que uno puede no tender hacia un lado u otro de un espectro político de dos sentidos.