Va tocho.
Un tema curioso sobre el viejo/nuevo orden mundial es el tema de la sequía, en su día se deroga un plan hidrológico por Zapatero con excusas ecológicas.
Ahora llevan años demoliendo balsas y embalses con la excusa del ecologismo y se criminaliza al sector primario por la escasez de agua, cuando consume cada vez menos por imposición politica (ej. reservar parte del terreno para fauna silvestre) y modernización.
Que eléctricas (supuestamente perseguidas por gobernantes) desembalsen más agua de lo que deben (dejando muy por debajo del límite permitido los embalses) para producir electricidad y después contraten a expoliticos y familiares de políticos es solo una paradoja que los medios omiten, cuando debería ser un escándalo.
El llenar miles de hectáreas de placas solares y molinos es ecológico, tener verdes esas hectáreas con trabajo no.
Ahora llega el hidrógeno "verde" (cachondo el nombre), se hace a partir de agua, bien cada vez más escaso por la gestión política (influencia de compañias eléctricas), y para acceder las eléctricas llegan unos supuestos políticos de izquierda y con medidas de asfixia económica arruinan al pequeño y mediano trabajador del sector primario para que sea mucho más barato comprar tierras de regadio y su derecho de riego (agua) a las eléctricas.
El sector primario es un sector muy intervenido por la "condicionalidad" pero al que someten a medidas de capitalismo salvaje para que unos cuantos acaparen recursos, por ejemplo competir con productos de grandes empresas que llegan desde fuera sin cumplir condicionalidad alguna, aumenta la condicionalidad y dificulta sobrevivir en la "España vaciada" que buscan dejar desierta mientras venden medidas de protección.
Consecuencia de esto, menor producción de alimentos y dependencia de grandes empresas para el abastecimiento, lo que traerá subida de precios al consumidor mucho más bestias que las actuales y por supuesto el agua aumentará exponencialmente su valor.
Es muy difícil que esto se revierta.
Empobrecimiento salvaje de la mayoría para el enriquecimiento salvaje de pocos, pero sin la etiqueta de capitalismo salvaje (que es lo que realmente hacen), sino con una eco etiqueta verde de izquierdas, que es más falsa que un Rolex de madera, pero que desde la ciudad cada vez vompra más gente, el relato está adulterado y viene desde muy lejos, no es nada nuevo, salvo por conseguir que desde el desconocimiento (por mentiras) se apoye cada vez más la etiqueta eco verde progresista tras la que se esconden estos capitalistas salvajes (en la práctica).